Tengo la profunda convicción de que no quiero matar. No podría levantar mi mano contra ningún ser humano, por ningún motivo. Tampoco podría matar a una araña.
Hace unos días apareció una en mi habitación de aproximadamente 6 o 7 centímetros, con las patas extendidas. Emocionado llamé a mi hermano para que la mire y él, sin pensarlo siquiera, levantó su pie y la aplastó.
No me dió tiempo para reaccionar. Es tan asombrosa la eficiencia evolutiva, nuestra reacción contra los insectos que el inconciente identifica como peligrosos es tan prolija como la lengua que dispara el sapo hacia la mosca. Sí, yo sé, algunos encuentran justificación para matar en esto. Pero eso es otro tema.
Sentí dolor de ausencia, y en realidad era dolor, cuando crujían las extremidades del pequeño insecto bajo el pie eficiente de mi hermano. Duró menos de un segundo, pero pude escucharlo con total compromiso como si el dolor fuera mío, y angustiosamente ralentizado.
Cuando pregunté por qué lo hizo respondió que podía picarme y quedó cerrado el tema.
Hoy han regresado esos insectos verdes chiquitos de alas transparentes, están en mi ventana, como todas las noches desde hace un tiempo.
Esta vez ya no llamaré a Jairo.

Hace unos días apareció una en mi habitación de aproximadamente 6 o 7 centímetros, con las patas extendidas. Emocionado llamé a mi hermano para que la mire y él, sin pensarlo siquiera, levantó su pie y la aplastó.
No me dió tiempo para reaccionar. Es tan asombrosa la eficiencia evolutiva, nuestra reacción contra los insectos que el inconciente identifica como peligrosos es tan prolija como la lengua que dispara el sapo hacia la mosca. Sí, yo sé, algunos encuentran justificación para matar en esto. Pero eso es otro tema.
Sentí dolor de ausencia, y en realidad era dolor, cuando crujían las extremidades del pequeño insecto bajo el pie eficiente de mi hermano. Duró menos de un segundo, pero pude escucharlo con total compromiso como si el dolor fuera mío, y angustiosamente ralentizado.
Cuando pregunté por qué lo hizo respondió que podía picarme y quedó cerrado el tema.
Hoy han regresado esos insectos verdes chiquitos de alas transparentes, están en mi ventana, como todas las noches desde hace un tiempo.
Esta vez ya no llamaré a Jairo.

no me gustan las aranas, me dan mucho miedo, pero no podria matarlas... cuando veo alguna dentro de casa, prefiero sacarla al patio.
asi como aranas, y otros bichitos.
besitos itan
te quiero
Y asi mismo como matamos arañas, matamos lagrimas y matamos sonrisas, proporcionalmente el miedo crece como nosotros envejecemos...