Cuando prohibieron la feria taurina en Cataluña, Fernando Savater, uno de los acérrimos defensores de la fiesta brava, tomó el medio que tenía a la mano (El País) y habló enfurecido. Así también hablarán en Ecuador los aficionados taurinos cuando lleguen el debate y la consulta.
Con una pobreza argumental que no acostumbra el escritor, señala que el Parlamento autonómico de Cataluña se basó en el principio budista de ‘no dañar a otro ser vivo’ para tomar esta decisión. Y que a él eso le tiene sin cuidado porque si ve un gorrión en sufrimiento lo deja morir pero si es un bebé humano entonces le ayuda y además, afirma convencido, en eso radica la ética y la moral.
Después cuestiona a Peter Singer argumentando que:
¿De dónde determina Savater qué trato le corresponde al animal? Sospecho que se sustenta en lo teológico más que en lo racional por la distancia linguistica que establece entre él -humano- y otras especies -las “bestias”-.
Savater apela al sentimiento antiguo y muy arraigado, que los miembros de nuestra especie merecen una consideración moral especial en comparación con los miembros de otras especies. Y esto no es más que un patrón de conducta en la historia humana.
Richard Dawkins, biólogo evolutivo, mencionaba en El gen egoísta que el hecho de matar a las personas, excepto en la guerra, es el crimen que juzgamos con mayor severidad.
Savater llama bárbaros a los que piensan como Peter Singer o Richard Ryder. Es lógico, al filósofo español le interesa apoyar, no importa el sofisma, esa bonita tradición del país Vasco. ¡Qué vivan las corridas de mi ciudad! Mientras el mundo civilizado se cuestiona sobre el trato a los animales y evalúa las implicaciones científicas, éticas y evolutivas para redactar leyes y sanciones.
Savater dice que la ética nos obliga a defender al grupo y a la familia y que simplemente nos olvidemos de las bestias. Pero esta miopía ética no es tan original y sus raicez se remontan al tiempo de los hominidos. Es un patrón de conducta de doble filo que la evolución priorizó en nuestra especie para su supervivencia.
En un principio, en el entonces de los homínidos, el individuo no podía matar a los miembros de su familia porque su instinto lo impedía, aunque podía matar a los miembros de otra familia; todo dependía de si consideraba que la existencia del otro ponía en peligro los recursos del clan. Con los años, millones, la gente dejó de matar al vecino pero continuó exterminando poblados. Y para resumir el cuento, después llegaron las guerras, las revoluciones y los Derechos Humanos.
En la actualidad matar a otro ser humano es a todas luces un acto bárbaro y esto es porque la humanidad priorizó y amplió esa capacidad primitiva (defender al clan) hasta reforzarla con leyes y sanciones que amparen a la especie. Como verán, la evolución de la sociedad mejoró esta predisposición y lo que hasta hace no mucho tiempo se acostumbraba, ahora la mayoría de la población mundial culta lo repudia. Y ciertamente Savater no torturaría ni mataría a otra persona y eso está muy bien.
Ahora, la conciencia humana debería superar este estadio y reducir su impacto planetario con la conciencia del ecosistema, su ciclo y nuestro papel en él. Hablo de optimizar los recursos, reducir los ritos inútiles y proteger no solo a nuestra especie sino también a todas las que ocupan este planeta (vegetales y animales); compasión por otras especies.
Aquel filósofo que Savater desprecia tanto define esa compasión por los animales como una “expansión de nuestro círculo ético”; el cual nos permite trascender el sentimiento primario de preservar la especie propia para preservar al conjunto. Una elección acertada porque ahora sabemos que nos debemos a una armonía global entre atmósfera, clima, plantas y animales.
Para Savater todo se reduce a defendernos entre humanos y arrasar a las demás especies, o dejar que se maten solas, da igual. Proteger a los semejantes no más, dice el el filósofo, y a ese círculo tan reducido llama ética. Una definición que olvida por completo el equilibrio planetario y por tanto es negligente. Un ser cultural y moralmente elevado pensaría en el beneficio global como su propio beneficio y no defendería solo a su especie; aspiraría al bienestar del conjunto.
Pienso que la base para considerar la abolición de las corridas está en la necesidad de que la sociedad ecuatoriana evolucione. Se trata de un paso muy importante que nos acercaría a otros países del mundo donde se legisla y regula el tema del bienestar de los animales y el planeta. Pienso en una ciudad mejor donde la ética supere al especieísmo.
Sobre la ciencia y la ética. Creo que deberíamos debatir en ese ámbito y entonces saber qué nivel cultural queremos en Quito: uno que eternice formas antiguas de pensamiento y conducta o uno acorde al nivel cultural y científico mundial.
No creo que la ciencia pueda proporcionarnos ninguna doctrina moral. Pero creo que la ciencia y el conocimiento pueden y deben formar e influir en gran medida en las decisiones morales.
Ahora sabemos que otros animales, por lo menos nuestros parientes más cercanos, tienen un sistema nervioso muy similar al humano, y que gran parte de su comportamiento y reacción se parecen al nuestro. Sobre la base de este conocimiento debe seguir la lógica: las obligaciones morales que tenemos hacia los demás seres humanos, al menos algunas, también deben ser aplicables a los animales. Si estoy moralmente obligado a cuidar y dar derechos a mis semejantes, porque están equipados con avanzados sistemas nerviosos y sentimientos como yo, entonces debo tener las mismas obligaciones hacia otros animales con sistemas nerviosos similares.
Nuestros primos en la especie, los simios grandes, son tan similares a nosotros que incluso podrían merecer "derecho humano" (Les recomiendo revisar el Great Ape Project, es muy interesante). Pero las vacas no son tan "mentalmente avanzados" como nosotros los homínidos, dirán algunos. Bueno, aún así son lo suficientemente similares a nosotros por lo que la tortura y el dolor innecesario no pueden ser aceptables.
En este punto es necesario comprender que los humanos no somos los reyes de la evolución (como piensa un especieista o álguien que tome por verdad absoluta un texto mítico como la bíblia). En este preciso momento, todas las especies están en su grado de desarrollo más óptimo para lo que realizan en sus entornos. Como un colibrí, por ejemplo, tiene las habilidades precisas , en su grado evolutivo más óptimo, para vencer a la gravedad, al viento y el hambre. No podríamos pensar que tenemos una ventaja sobre las demás especies.
Así que la ciencia no nos dice lo que es moral o no. Pero a la hora de tomar decisiones morales hay que tomar en cuenta los conocimientos científicos. Y este conocimiento nos obliga (por lo menos debería) a reevaluar nuestro punto de vista moral en un montón de áreas.
Bueno, al final Cataluña prohibió la fiesta brava (le guste o no a Savater) en pos de una sociedad con un círculo ético expandido. En Ecuador protestamos y exigimos cambios desde la alcaldía o el gobierno.
Primero llegará una consulta y no sé si todos los votantes vislumbran las implicaciones éticas de responder sí o no a la pregunta:
Con una pobreza argumental que no acostumbra el escritor, señala que el Parlamento autonómico de Cataluña se basó en el principio budista de ‘no dañar a otro ser vivo’ para tomar esta decisión. Y que a él eso le tiene sin cuidado porque si ve un gorrión en sufrimiento lo deja morir pero si es un bebé humano entonces le ayuda y además, afirma convencido, en eso radica la ética y la moral.
Después cuestiona a Peter Singer argumentando que:
“en su sentido prístino y radical, el bárbaro no es quien maltrata o no se compadece de las bestias, sino quien no distingue entre el trato que debemos a los humanos y el que corresponde a los animales. Donde no se asume la excepcionalidad del vínculo recíproco entre semejantes racionales, ese es el predio de los bárbaros”.
¿De dónde determina Savater qué trato le corresponde al animal? Sospecho que se sustenta en lo teológico más que en lo racional por la distancia linguistica que establece entre él -humano- y otras especies -las “bestias”-.
Savater apela al sentimiento antiguo y muy arraigado, que los miembros de nuestra especie merecen una consideración moral especial en comparación con los miembros de otras especies. Y esto no es más que un patrón de conducta en la historia humana.
Richard Dawkins, biólogo evolutivo, mencionaba en El gen egoísta que el hecho de matar a las personas, excepto en la guerra, es el crimen que juzgamos con mayor severidad.
“Lo único sometido a una prohibición mayor en nuestra cultura es comerse a las personas (aún si ya están muertas). Sin embargo, gozamos al comer a miembros de otras especies. A muchos de nosotros nos horrorizan las ejecuciones judiciales, aunque se trate de los más espantosos criminales de la especie humana, al mismo tiempo que aprobamos alegremente que se mate a tiros, sin juicio previo, a animales considerados como plagas y que son bastante mansos. En realidad exterminamos a miembros de otras especies inofensivas como un medio de recreación y entretenimiento”.Y esto porque en realidad hay mucha gente que piensa, como Savater, que el animal es una bestia y no merece protección legal o por lo menos respeto.
“Un feto humano, sin más sentimientos humanos que una ameba, goza de una reverencia y una protección legal que excede en gran medida a la que se le concede a un chimpancé adulto. Sin embargo, el chimpancé siente y piensa y, según evidencia experimental reciente, puede ser aun capaz de aprender una forma de lenguaje humano. El feto pertenece a nuestra propia especie y se le otorgan instantáneamente privilegios y derechos especiales debido a este factor”.A esta distancia ética que establecemos instintivamente entre nuestra especie y las demás se llama especismo o especieísmo. Un especieísta piensa que su especie vale más que otras y este egoísmo ético frente al resto de especies no es más que la supremacía de lo propio sobre lo diferente (y dentro de nuestra especie conocemos bien sus consecuencias con la experiencia del racismo, el apartheid y el genocidio).
“Si la ética del «especieísmo», para utilizar el término empleado por Richard Ryder, puede plantease con una base tan lógica, tan acertada, como aquella referente al racismo, no lo sé. Lo que sí sé es que no posee una base adecuada en la biología evolutiva”.Porque aunque se trate de un hábito de la especie, no significa que no pueda modificarse como otros hábitos humanos a través de la historia.
Savater llama bárbaros a los que piensan como Peter Singer o Richard Ryder. Es lógico, al filósofo español le interesa apoyar, no importa el sofisma, esa bonita tradición del país Vasco. ¡Qué vivan las corridas de mi ciudad! Mientras el mundo civilizado se cuestiona sobre el trato a los animales y evalúa las implicaciones científicas, éticas y evolutivas para redactar leyes y sanciones.
Savater dice que la ética nos obliga a defender al grupo y a la familia y que simplemente nos olvidemos de las bestias. Pero esta miopía ética no es tan original y sus raicez se remontan al tiempo de los hominidos. Es un patrón de conducta de doble filo que la evolución priorizó en nuestra especie para su supervivencia.
En un principio, en el entonces de los homínidos, el individuo no podía matar a los miembros de su familia porque su instinto lo impedía, aunque podía matar a los miembros de otra familia; todo dependía de si consideraba que la existencia del otro ponía en peligro los recursos del clan. Con los años, millones, la gente dejó de matar al vecino pero continuó exterminando poblados. Y para resumir el cuento, después llegaron las guerras, las revoluciones y los Derechos Humanos.
En la actualidad matar a otro ser humano es a todas luces un acto bárbaro y esto es porque la humanidad priorizó y amplió esa capacidad primitiva (defender al clan) hasta reforzarla con leyes y sanciones que amparen a la especie. Como verán, la evolución de la sociedad mejoró esta predisposición y lo que hasta hace no mucho tiempo se acostumbraba, ahora la mayoría de la población mundial culta lo repudia. Y ciertamente Savater no torturaría ni mataría a otra persona y eso está muy bien.
Ahora, la conciencia humana debería superar este estadio y reducir su impacto planetario con la conciencia del ecosistema, su ciclo y nuestro papel en él. Hablo de optimizar los recursos, reducir los ritos inútiles y proteger no solo a nuestra especie sino también a todas las que ocupan este planeta (vegetales y animales); compasión por otras especies.
Aquel filósofo que Savater desprecia tanto define esa compasión por los animales como una “expansión de nuestro círculo ético”; el cual nos permite trascender el sentimiento primario de preservar la especie propia para preservar al conjunto. Una elección acertada porque ahora sabemos que nos debemos a una armonía global entre atmósfera, clima, plantas y animales.
Para Savater todo se reduce a defendernos entre humanos y arrasar a las demás especies, o dejar que se maten solas, da igual. Proteger a los semejantes no más, dice el el filósofo, y a ese círculo tan reducido llama ética. Una definición que olvida por completo el equilibrio planetario y por tanto es negligente. Un ser cultural y moralmente elevado pensaría en el beneficio global como su propio beneficio y no defendería solo a su especie; aspiraría al bienestar del conjunto.
Pienso que la base para considerar la abolición de las corridas está en la necesidad de que la sociedad ecuatoriana evolucione. Se trata de un paso muy importante que nos acercaría a otros países del mundo donde se legisla y regula el tema del bienestar de los animales y el planeta. Pienso en una ciudad mejor donde la ética supere al especieísmo.
Sobre la ciencia y la ética. Creo que deberíamos debatir en ese ámbito y entonces saber qué nivel cultural queremos en Quito: uno que eternice formas antiguas de pensamiento y conducta o uno acorde al nivel cultural y científico mundial.
No creo que la ciencia pueda proporcionarnos ninguna doctrina moral. Pero creo que la ciencia y el conocimiento pueden y deben formar e influir en gran medida en las decisiones morales.
Ahora sabemos que otros animales, por lo menos nuestros parientes más cercanos, tienen un sistema nervioso muy similar al humano, y que gran parte de su comportamiento y reacción se parecen al nuestro. Sobre la base de este conocimiento debe seguir la lógica: las obligaciones morales que tenemos hacia los demás seres humanos, al menos algunas, también deben ser aplicables a los animales. Si estoy moralmente obligado a cuidar y dar derechos a mis semejantes, porque están equipados con avanzados sistemas nerviosos y sentimientos como yo, entonces debo tener las mismas obligaciones hacia otros animales con sistemas nerviosos similares.
Nuestros primos en la especie, los simios grandes, son tan similares a nosotros que incluso podrían merecer "derecho humano" (Les recomiendo revisar el Great Ape Project, es muy interesante). Pero las vacas no son tan "mentalmente avanzados" como nosotros los homínidos, dirán algunos. Bueno, aún así son lo suficientemente similares a nosotros por lo que la tortura y el dolor innecesario no pueden ser aceptables.
En este punto es necesario comprender que los humanos no somos los reyes de la evolución (como piensa un especieista o álguien que tome por verdad absoluta un texto mítico como la bíblia). En este preciso momento, todas las especies están en su grado de desarrollo más óptimo para lo que realizan en sus entornos. Como un colibrí, por ejemplo, tiene las habilidades precisas , en su grado evolutivo más óptimo, para vencer a la gravedad, al viento y el hambre. No podríamos pensar que tenemos una ventaja sobre las demás especies.
Así que la ciencia no nos dice lo que es moral o no. Pero a la hora de tomar decisiones morales hay que tomar en cuenta los conocimientos científicos. Y este conocimiento nos obliga (por lo menos debería) a reevaluar nuestro punto de vista moral en un montón de áreas.
Bueno, al final Cataluña prohibió la fiesta brava (le guste o no a Savater) en pos de una sociedad con un círculo ético expandido. En Ecuador protestamos y exigimos cambios desde la alcaldía o el gobierno.
Primero llegará una consulta y no sé si todos los votantes vislumbran las implicaciones éticas de responder sí o no a la pregunta:
“Con la finalidad de evitar la muerte de un animal por simple diversión, ¿Está usted de acuerdo en prohibir, en su respectiva jurisdicción cantonal, los espectáculos públicos donde se mate animales?”.
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