In memoriam

Wednesday, July 29

A Jose en memoria de Pedro

Narrabas tus recuerdos, los dolores recientes en tu caja de Pandora. Y no podía sostener la mirada. Duele verte en dolor. Refugié mis ojos en el cielo y comencé a imaginar en ese lienzo embovedado el rostro de la triste bruma que se agolpaba en tu mirada. Me contabas tu dolor, la muerte de un amigo.

No podía encontrar las palabras, solo podía mirar al cielo. Tratar de ver tus recuerdos en la lejanía de los días y las tardes en el hospital. Ha pasado casi un mes y cuando murió yo no estaba en la ciudad y ni siquiera llegó tu mensaje. Y tu en Quito, amigo. Después de un mes y después de las cenizas, solo puedo estar a tu lado y escuchar... Perdón amigo, hoy no me salen las palabras.

Me traes a la Basílica desde donde vigilas la ciudad, a veces. Quizás es ese Batman que se asoma desde tu infancia a los miradores de esta torre a fisgnear los tejados del viejo Quito. Y el polvo y el smog te manchan la cara, con una leve capa, milimetrica. Y una lágrima la barre develando la piel enrojecida por la asfixia. Parece que el agua quisiera esculpir un rio en tu mejilla. Una cascada de recuerdo.

Salpicas gotas y así te limpias esta mascara gris, este rastro polvoriento que te cubre el rostro cuando abres la caja del dolor. Gracias por la confianza amigo.

Me detengo en tus ojos mientras describes el cuerpo inerte de tu amigo. Tus pupilas inmóviles, fijas en una imagen de tu memoria. Todo es tan real. ¡Tu mirada! Pareces tener frente a ti al ataúd y su viajero. Sigues narrando el momento y estoy seguro que puedes verlo. Me recorre un leve escalofrío, es como si esperara que de pronto se refleje en tus pupilas la escena fúnebre que describes, el rostro de Pedro.

Y otra vez las lágrimas en tu vida. El flujo del recuerdo y del dolor. Imagino a lo lejos una cascada, el agua cayendo, siempre de paso. Una gota en tu mejilla limpia tu rostro, un río en caída libre en lo alto de una montaña.

Y supongo que ese es la cara del dolor, el rostro develado. Esa rajadura en el tizne* opaco que te dejó lo vivído, la quebrada que abre una lágrima. Una raya de piel enrojecida en medio del polvo. Porque el dolor sale en chorro y destroza los flancos de tu mirada y entonces una cascada te desfigura el rostro como evidencia de que en un punto la máscara se quebró.

Lastimosamente nuestra civilización (occidental andina) no nos prepara para morir voluntariamente. Para reconocer su rostro en la quietud de lo inerte, como el paso de un estado a otro. Imaginamos parcas y calaveras, dedos acusatorios o brazos que nos elevan alados a infinidades... No sé qué decir. Ojalá el dolor, algún momento del día a día, deje de salir en torrente desfigurativo y sea euforia creativa por los buenos tiempos. Ojalá con el tiempo le permitas al recuerdo que en paz descance y puedas entender esta muerte con calma.

*Humo u hollín que se pega en los objetos que han estado puestos al fuego.

2 viajeros:

  • Mari says:
    August 28, 2009 at 10:03 AM

    hermoso y tan triste

  • ƒriandise says:
    November 10, 2009 at 1:56 PM

    te extrano buh :(

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