"Te mando muchas bendiciones", dijo al final. Llamaba para desear un feliz año y una Navidad llena de bendiciones. “¿Tan pronto?” pensé, pero no lo dije. ¿Qué día es hoy? Falta como una semana.
Creo que dudó al bendecirme; pero seguro fue por mi culpa. Él cree en ellas por eso las prodiga, pero dudó. Seguro pensó que lo recibiría mal. Jaja, eres un buen amigo.
Es la segunda llamada con bendiciones. Yo debería estar paseando por el valle, hay un rico sol afuera.
Bueno, sigue hablando del año nuevo y buenos deseos. Lo escucho pero después hay un silencio. Creo que espera feedback de felicidad navideña. Pero no tengo que decirlo por presión de grupo, no la festejo porque no tengo dioses.
En todo caso no me quedo callado, le deseo un buen día y mucha alegría, como siempre a los amigos.
Sí, querido lector, no celebro la navidad. Espero que no pienses ahora en los dedos peludos de un robabombillos. No tengo una postura contra ella. Pero ese es el problema. Cuando quiero disfrutar del paso placentero del día a día, nada más, a uno lo toman por mezquino. Sospecho que es la influencia de Scrooge, más que por Dickens por todas las reediciones al infinito que, ahora que recuerdo, pululan en la televisión en esta época. Por suerte ando de vacaciones y no necesito comprar periódicos o ver la tv.
Creo que dudó al bendecirme; pero seguro fue por mi culpa. Él cree en ellas por eso las prodiga, pero dudó. Seguro pensó que lo recibiría mal. Jaja, eres un buen amigo.
Es la segunda llamada con bendiciones. Yo debería estar paseando por el valle, hay un rico sol afuera.
Bueno, sigue hablando del año nuevo y buenos deseos. Lo escucho pero después hay un silencio. Creo que espera feedback de felicidad navideña. Pero no tengo que decirlo por presión de grupo, no la festejo porque no tengo dioses.
En todo caso no me quedo callado, le deseo un buen día y mucha alegría, como siempre a los amigos.
Sí, querido lector, no celebro la navidad. Espero que no pienses ahora en los dedos peludos de un robabombillos. No tengo una postura contra ella. Pero ese es el problema. Cuando quiero disfrutar del paso placentero del día a día, nada más, a uno lo toman por mezquino. Sospecho que es la influencia de Scrooge, más que por Dickens por todas las reediciones al infinito que, ahora que recuerdo, pululan en la televisión en esta época. Por suerte ando de vacaciones y no necesito comprar periódicos o ver la tv.
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